miércoles, 26 de mayo de 2010

Trazo incierto

Una vez intenté
En vano
Ser páramo desierto
Incrusté en mi cuerpo
Clavos oxidados
Me hice columna y pared
Juntando soles
Animal de costumbres
Me volví soledad

Maquillé mi piel
Camuflaje insípido
Creí ser un todo en el vacío
Y era la nada sulfatada

Despeñadero abrasivo
Piedra sobre piedra
Y más… piedra,
Sequedad devastada

Figura incierta
Silencio musical
Calle entre rejas
Sombra sin cuerpo

La vida se consume
En planicies inclinadas

De pronto
Su mano
Cálida humanidad abierta
se tiende ante mí

Aspiro
Desgajo mi vestido de porcelana
Dejo que su piel
Me haga abrigo
Y al fin
Respiro

Sólo entre dos cuerpos
Muere la oscuridad.

domingo, 23 de mayo de 2010

A mi misma, sobreviviente del pasado


Y me arrodillé ante ti
Oh esencia que vive en mi alma
Porque aun cuando nos embistió la miseria
Desdicha enloquecida
Hierro gélido atravesando músculo
Cual estocada torera,
Aun cuando nos embistió tenaz, precisa,
Dragón de azufre,
Sorbo de nada
Dejándonos el cuerpo en el suelo derramado
Purpúreo, sangrado, pululante.
Tú,
Con tu linterna de fósforo a media asta
Lograste resistir
Y fuiste guía en el cabotaje de los torturados
De la caverna a la luz
Para hacer de nuestra historia
Letra enardecida, tinta viva, naturaleza no olvidada

sábado, 22 de mayo de 2010

Lágrimas sucias

Una mujer en el acentuado río
Golpea la curtida ropa en una piedra
Desquita todo su rencor en ella
Blanquea su conciencia en los harapos mojados,
Esos que lloran en sucias lágrimas su dolor.
Lleva el agua hasta las rodillas,
Bailotea con la corriente
Parece que su cabello trenzado
le amarra las ganas de vivir.
O de escapar...

Su mirada se alza al cielo
Añoranza de cuervos
Clamor de entierro

viernes, 21 de mayo de 2010

Aria del acto final de una función inconclusa.


Cuando le beso la ópera de Turandot resuena en mi centro, los tres enigmas quedan descifrados con sólo una caricia sublime, mi cruel princesa cae derrotada ante su aliento y soy Calaf, el misterio está encerrado en mí, mi nombre nadie lo sabrá, mas sobre su boca lo diré, y el beso fulminará el silencio que lo hace mío.
Nessun dorma, nessun dorma! que Ni mi boca ni su aliento permitan que les vitoree el sueño, que la piel se envejezca mientras nosotros nos amamos, quiero que me consuma el tiempo, ya nada importa, deseo caer de rodillas en mitad de las tablas, que mi voz resuene como el lamento di Federico porque soy yo su Arlesiana, vestidita de terciopelos y encaje, maravillosa vida que me dejo ir y regresar, maldita vida que pretende arrancarlo de mis labios y lo logra…sí Federico tu lamento es mi lamento, quiero correr la planicie de mi sala y alzar vuelo ventana abajo, pero no hay golpe contundente, no hay madre sollozando nuestra muerte, su partida durará lo que tu soportaste sin amor antes de morir de amor.
Le veo alejarse, y la vida se me torna en blanco y negro, core N’Grato, mi alma está en tus manos y te alejas, y las cuerdas van in crecento anunciando mi letargo, quiero estirar mis manos, alagar mis dedos hasta encadenarlo, pero es inútil su espalda se ha vuelto mi frente, oh mi Catarí Nun te scurda' ca t'aggio dato 'o core… la puerta se abre frente a él y yo no tengo más que susurrar mi canto: No te olvides que te di mi corazón, Catarí, no te olvides.

Con moho en las mejillas


En el revés de la claridad del día
Desde el fondo del fondo
Palmo a palmo
Disuelvo mi alma como en el pozo de una mina
Tacto mortal
Negrura de desagüe.

Quedan en la celosía
Piedras infértiles
Como tulipanes equilibristas.

Bajo el granito
Ávido
Corcel en llamas
Una voraz gota de plomo
Se cuece en mi corazón.

Domingo de resurrección


Bueno me dispongo a escribir, cosa poco fácil después de ser madre; encontrarle los recovecos al tiempo y darle la vuelta para apropiarse de ellos y llenarlos con letras, con voluntad de hierro y oídos cerrados al mundo, hace años que le huyo a esta confrontación, porque a sabiendas de mi deploro me declaré derrotada de antemano, pero me encontraron los demonios de Pan, Dionisio y afrodita hicieron el amor y mientras eran uno me embriagaron en placer, me recorrieron el cuerpo con su aliento, el de él que es mi dios, con sus manos de pianista que nunca han tocado el frío marfil de una tecla, ni blanca ni negra, esas manos que no conocen el bordón ni la clavija, pero que me tocan y arrancan de mí la nostalgia del fagot, la dulzura de la flauta y la tristeza de una viola, como el magno ejecutante de la sinfonía de mi piel, y así me regalaron una historia y ahora no puedo más que sentarme a escribirla.
Sí; después de haberme olvidado de sus grietas, de sus ojos infinitos, de su espalda que era mi mejor terreno, de sus labios carnosos que erizaban mi espinazo, después de cuatro años que parecieron décadas, me acompañaba de nuevo la intimidad de una tímida luz que amenazaba con irse y dejarnos a solas, y su cuerpo ínclito, enaltecido, subyugado ante mis caricias.
Jazz era lo que sonaba al fondo, no es que eso fuera de gran influencia para lo que se gestaba entre nuestros cuerpos, pero allí queda, como mero dato ilustrativo, como para que no se me olvide que instrumentos acompañaban el vaivén de nuestras almas…y fuimos marionetas de los dioses, porque un placer así no es mortal.
Cada roce sublime me arqueaba el alma lo mismo que mi espalda, mis prejuicios y mi historia. Mi filosofía entera se desplomó en el piso para declararse suya, como si los libros que tantas noches me acompañaron sólo hablaran de él; de su cuerpo, de su forma que a mis ojos se volvía cíclica, como una elipsis de respiros entrecortados, de gemidos desbocados; sus lánguidos dedos se posaron en los ramales de mi cabello, y mientras mi cuello se emblandecía me desdoblé y pude verme en un perfecto picado, como si los dioses me regalaran aun más que lo que mi cuerpo sentía, me reconocí feliz, amada, me reconocí posesa.
Cuatro años sin sexo oral, 5 palabras que pesan en el cuerpo, y él ignorante, desentendido bajaba las líneas de mi cuerpo como cosa de todos los días, mi sexo dormitado comenzaba a despertar, mis labios imploraban dientes para morderlo hasta sangrar, sangrar una regla que sí me declarara mujer… su mujer.
Pero la biología me venció, la tensión se me fue al piso, tuve que parar, tuve que explicarle, hacerlo parte de esa parte de mi historia, porque sus labios eran sagrados y el iba a beber de mi cáliz un vino añejo, y al decirle pude ver mis palabras físicamente salir de mi boca, como si la oruga de Lewis Carol me echara su humo de letras en la cara y me arrancó del sofá el ojo del huracán de la conciencia, cuatro años dios, eran sus labios los últimos que… yo estaba declarada propiedad Noguera sin saberlo. Que insulto el de los dioses, hacerme creer dueña de mi sexo.

-El llegó a mí, llegó a mí de nuevo, dios qué es esto, cómo es posible que se me remuevan las entrañas de tal manera, me he entregado y ahora no puedo nadar porque le he dado todo mi mar, no puedo correr porque le regalé mis llanuras, mi canto se lo he dado para que le armonice el camino, mi arte le pertenece desde tribus primeras, y él, él se llevará el olor de mi ciudad y mi sexo a otro continente demasiado frío y recio como para acompañarlo; Trato de no pensar en eso, y lo logro, salgo victoriosa del auto sabotaje, y me pierdo en su nuca, en nuestros cuerpos retorcidos como árboles que crecen a la sombra.
El pasado ha quedado atrás, el futuro está suspendido y sólo nos queda el presente, divino presente, sobrio de alcohol, embriagado de placer, porque eso sí, para sentirnos no necesitamos más que nuestras manos…bendito sea su sexo que sin estar dentro de mí me hace orgasmar de mil maneras; la pausa de cigarrillos y voz trasnochada se destila en la noche y sus labios vuelven a mis labios, y viajan del norte al sur, bendito sur que le espera como a un libertador que reclama su tierra. Han llegado las tropas, sin violencia, pero con determinación, y se ha escuchado en mi epicentro el grito libertario de un pueblo enardecido, sediento de victoria, nuestra victoria.
Uno, dos…tres orgasmos han sido su bandera, ha dejado de ser un forastero, en mi caverna ha encontrado su identidad y puedo sentirla, regresa a mi boca sabiéndome esclavizada, y me da de beber el olor de mi patria, el sabor de mis cadenas caídas.
Vaya cuaresma la mía, vaya desierto en el que me había perdido, mi flujo le ha bautizado la frente cual miércoles de ceniza y es domingo de resurrección.
5 horas han pasado entre caricias, risas, embriaguez de placer y jazz, nuestro ropaje cae al piso junto con los prejuicios, nos sumergimos en el colchón, nos hundimos en nuestros cuerpos, hasta bañarnos el alma; cuántos besos, cuántos agasajos dibujándonos la piel, mi lengua se mueve cual serpiente que va en busca del pecado, él lo sabe, él me sabe, y yo, yo busco su sabor; guiada por el aroma de sangre de amapola llego al Vesubio, y mi boca le posee como una venganza de Pompeya.
Mis ojos se elevan y le ven, allá en la altura; no quiero percibir su placer, quiero que me sepa su dueña. Me vence el amor, y la venganza se hace tierna, la serpiente es dominada, y dios me guía el encanto, paso de propietaria a propiedad y aun así me sé su poseedora.
Me deleito, no escatimo tiempo, me pierdo en su golfo y le recorro todas las costas, no espero nada distinto a sentir su tibiez enardeciendo mi boca y ahora Pompeya implora ser sepultada a manos suyas, como si su lava fuera agua bendita que viene a cambiar la historia.
Mi dios baja sus manos y acaricia mi frente, me despierta del embeleso, está listo para poseerme, lo veo en sus ojos, por mis muslos corre el yugo caído y humedece mi piel; el espacio gira y me encuentro bajo su pecho, mis piernas doblegadas se rasgan a la mitad, esperan su arribo; se que debo implorarle, y lo hago, su mano izquierda me toma el cuello mientras la derecha se posa en mi cabeza, soy su presa lista para ser cazada y hasta casada, navega en mi zaguán, oscila como un péndulo porque le gusta jugar a enloquecerme, su arrogancia me fascina y le imploro una vez más, se desliza suave como un gota de mercurio retozando en mi marea y sus manos me sirven de respaldo para que el alma se me quede en el cuerpo y lo viva.
Respiro desde el diafragma para que el aire no me falte, y siento como mis celdas se abren, cual capullo rebelde bajo un sol incandescente, oh magnánimo astro, magnánimo cúmulo que me llamea el vientre, soy horno de barro, soy leña ardiente, soy Serengueti y el corre cual gacela por mi centro levantando el polvo tras su estocada.
Me posee y se vuelve lluvia, le siento tocarme en cada resquicio aun y cuando sus manos siguen sujetándome el alma, soy un halo que pende de un ángel caído e invoco a dios, sólo para agradecerle la gloria de ser suya.

Por tí


Por ti los dulces vestigios del amor y un rosetón de herida que le recuerda al corazón tu inmaculada esencia de hombre, por ti el paraguas en el zaguán cargado de rocío como lagrimitas de añoranza, como las banderas caídas en los yates de lujo, por ti violas de agua que murmullan un Marin Marais rescatado del olvido, alucinaciones de día como espectros de luz estigmatizados, ampollas de morfina, rubíes labrados, crepúsculos desapercibidos al recibir tus besos con los ojos cerrados, por ti, por esa tu forma de andar muy en el borde de la acera, protectora, salvaguarda; por ti todo el mundo cabe en el zumbido de una llamada de 28 horas diarias.
Por ti llevo el rostro caliente en las mejillas y un glaciar apostado en las manos desprovistas; cargadas de no más que teclas, letras y sueños.
Por ti un mundo: pasillos con eco, cortinas fantasmales, caminos, cuadros, amapolas, relojes punzantes; lluvias de otoño latino, barro removido, hornos de leña con olor a estaño, un año, dos años, abanicos abiertos, pañuelos mojados, y mi boquita de lirio, y mi piel de marzo y una tumba abierta ungida de luz certera con un amor custodiado; orquesta de ángeles, ardor de mar, sirenas de puerto adornando la oscuridad, rimas rechazadas, fuegos de hoguera, servil pasión, escudo oscuro de la luna, escudo lívido del sol, por ti mi primavera rescatada …por ti este amor.

Elegía


Me calo el sombrero,
Ensillo
Espoleo con saña…
Y me alejo de ti
Para poder tocarme sincera.
Te me haces el grito de un abismo
Que aspira a lo alto y hondo
Donde más se oscurece,
Escamas el hielo
Y con voz más ruda aun te llamas TÜ primero
Aun y cuando es mi sombra
La que se aleja
Como el silencio de un rio
Despoblado de agua
y en tu nudo de luz
ya no soy ni ausencia ni sueño

Pirueta final


Hoy he visto águilas disecados al sol
Con ojos vidriosos
Desconcertados por la muerte que no creyeron suya jamás
Se abrió el círculo
Dejé el espiral
Estos ojos son ahora espejos de flama
Ejes de carretas
Náufragos de oscuridad
Y sí, a tientas
Soy sol conociendo a la noche
Y en una bocanada ardiente
Con manos temblorosamente decididas
Declaro todos mis deseos
bajo la especie de la eternidad.